Son muchos los que se aventuran a predecir cómo serán las salas de reuniones y conferencias del futuro. Y, entre todas las tendencias sugeridas, hay una que prevalece sobre las demás: la clave está en las personas y en su inteligencia creativa.
Según el Foro Económico Mundial, la inteligencia creativa es una de las tres principales capacidades que toda empresa debe desarrollar de cara a 2020 si quiere prosperar en el entorno competitivo y complejo de la Cuarta Revolución Industrial. Las otras dos son la capacidad de resolver problemas complejos y el pensamiento crítico.
Son muchos los que creen que la inteligencia creativa es el elemento clave del progreso y el motor que impulsa el cambio urgiendo a la proactividad. Dado que la transformación digital y la cuarta revolución industrial son conceptos que van de la mano, parece lógico que este tipo de inteligencia sea un componente de las empresas que lideran este proceso evolutivo y una de las metas a alcanzar por quienes siguen sus pasos. Pero no hay que olvidar que para hablar de inteligencia creativa también hay que hablar de la capacidad de analizar en profundidad un asunto, encontrando soluciones inventivas e ingeniosas y combinando todo ello con la confianza y otras habilidades necesarias para navegar a través de la incertidumbre y el caos.
Los seres humanos necesitamos espacios que nos permitan celebrar reuniones que se conviertan en experiencias memorables, que fomenten el intercambio de ideas, que nos inspiren, que potencien la creatividad, la resolución de conflictos y la toma de decisiones.
Empezaremos analizando cuáles son los principales objetivos de las reuniones:
- – Crear experiencias para fomentar la creatividad, resolver conflictos y encontrar soluciones
- – Centrar y captar la atención
- – Fomentar la participación y el compromiso de todos los participantes
- – Ser más productivo y eficiente
- – Tomar decisiones
Por tanto, hay que centrarse en las personas y no en la tecnología. La tecnología debe estar al servicio de las personas y no al revés. ¿Cuántas veces hemos accedido a un espacio de reunión que no estaba preparado? ¿Cuánto tiempo hemos perdido conectando y sincronizando equipos? ¿Encontrando el cable adecuado? ¿Reunidos en torno a una mesa atestada de cables? ¿Con poca visibilidad de las pantallas u obligándonos a girarnos incómodamente para ver los datos? El usuario debe preocuparse sólo de los contenidos y propósitos de la reunión, los espacios deben ser fáciles de usar y fáciles de mantener. La tecnología debe estar al servicio del diseño. El propio Steve Jobs dijo «El diseño no es sólo lo que parece y se siente. El diseño es cómo funciona».
El diseño y la funcionalidad siempre deben ir de la mano. Utilizar tecnología integrada en la misma mesa de reuniones facilita los procesos y también la actividad del propio espacio. Las mesas de reuniones son el eje sobre el que gira todo el proceso creativo y decisivo. Trabajar en un espacio limpio y organizado cuya tecnología esté sutilmente integrada en el diseño de la mesa es toda una experiencia en sí misma. Trabajar con soluciones estéticas e intuitivas que además sean fáciles de usar, personalizables y coherentes con la identidad corporativa de cada empresa, que estén diseñadas para aparecer silenciosa y armoniosamente sólo cuando el usuario lo requiera y desapareciendo cuidadosamente para eliminar cualquier barrera para la comunicación interpersonal, ya es un acto propio que concentra la experiencia en las personas.
Y la tecnología debe fomentar abiertamente el pensamiento creativo.