La elegancia va mucho más allá de la vestimenta, los buenos modales o el reloj que llevas. Elegancia proviene de la palabra latina «elegantia” y significa “cualidad del que extrae lo mejor”. La elegancia es intangible, difícil de describir, fácil de percibir e imposible de imitar. Se tiene o no se tiene.

Quizás mucha gente no se da cuenta de que, en el plano de la competitividad, una de las cosas que nos hace diferenciar a una empresa de otra es la imagen que nos transmite, y ello es debido en gran parte a la elegancia de cada una.

Las primeras impresiones dependen inicialmente de lo que vemos. Y estas impresiones desempeñan un papel muy importante en nuestro día a día. Es a través de la primera impresión que decidimos si nos gusta algo o no. También es el detonante de la atracción y otras interacciones sociales.

Y cómo alguien muy bien dijo: “No existe una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión.”

En los negocios, las primeras impresiones también juegan. Si bien debe quedar claro que el cerebro, el talento y la actitud son lo que importa, lucir elegante es también un factor muy relevante. Y esto es lo que buscamos en Arthur Holm: inspirar a las personas que toman decisiones en espacios de reunión a través de la elegancia: combinando tecnología, productos innovadores y cuidando el diseño. Cada detalle. Desde la selección de los materiales hasta el diseño en si mismo.

Y la elegancia siempre ha tenido que ver con la discreción. Por ello, nos esforzamos en crear tecnología que desaparece en el interior del mobiliario mediante movimientos armónicos, suaves y silenciosos. En respetar al máximo el diseño del mueble creando monitores, soluciones para micrófonos, altavoces y cámaras que puedan integrarse a la perfección conservando el mismo acabado de la mesa. Proporcionando las mejores herramientas para una óptima toma de decisiones en espacios de reunión y de debate, sin estridencias y con suma elegancia.

Y esto es Arthur Holm: una forma diferente de entender la elegancia y la tecnología.

 

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