En esta semana en la que se han cumplido 100 años del nacimiento de Jack Kerouac -el autor de On the road, la novela de culto de la generación beat- aprovechamos para citar una frase del libro que utilizamos a menudo para ilustrar nuestra visión:

“Sal, we gotta go and never stop going ‘till we get there.’
‘Where we going, man?’
‘I don’t know but we gotta go.”

Y esta otra que nos encanta:

“The only people for me are the mad ones, the ones who are mad to live, mad to talk, mad to be saved, desirous of everything at the same time, the ones who never yawn or say a commonplace thing, but burn, burn, burn like fabulous yellow roman candles exploding like spiders across the stars.”

Para nosotros, son metáforas de la importancia de moverse sin parar, de sortear la parálisis por análisis, de explorar nuevos caminos aun a pesar de la incertidumbre de los resultados, del hambre de innovar y crear nuevos productos.

La creatividad es un aspecto enigmático en los humanos; resulta difícil identificar como se produce, qué la impulsa y qué es lo que realmente nos inspira. Y, muchas veces, la mejor manera de obtener inspiración creativa es simplemente a través del movimiento. No se trata de una mera conjetura ni de citas literarias: un estudio de 2014  realizado por la Universidad  de Stanford concluyó que el hecho de movernos, de caminar, aumenta nuestra creatividad en un 60 %.

Caminar, pensar, hablar, crear. La necesidad de moverse, de viajar y de experimentar para encontrar la inspiración. Y no es solo Kerouac quien nos lo recuerda, sino que ya los filósofos de la antigua Grecia se nos representan caminando mientras discutían con sus colegas, cargados con sus libros que eran sus herramientas de trabajo. De hecho, el fresco de Rafael “La escuela de Atenas” describe a Aristóteles y a Platón caminando mientras filosofaban.

No en vano, Aristóteles creó su escuela «peripatética», que nace del análisis de su método de enseñanza. La palabra deriva del griego “peripatêtiko”, que se traduce como “los que pasean”, “los que caminan”, “los itinerantes” o “los trotamundos”.

Esta explicación tiene origen en el testimonio de uno de sus estudiantes, Hermipo de Esmirna, quien explicó que su maestro disfrutaba de largas caminatas en jardines y los alrededores de los ríos, mientras exponía sus lecciones.

Y eso es lo que intentamos en Arthur Holm: inspirar a las personas que toman decisiones en espacios de reuniones a través de tecnología en movimiento, de productos innovadores y de cuidado diseño que se integran en el mobiliario dejando la menor huella posible.

Es maravilloso conocer que Kerouac, el narrador que tecleaba como quien hunde con el pie el acelerador, necesitara encender una vela cada vez que empezaba un relato. También para él la escenografía era importante, tanto que se colaba en sus páginas.

De igual forma, el diseño de una sala de reuniones influye tremendamente en el proceso de toma de decisiones, en el fomento de la creatividad y en la resolución de conflictos.

¡Feliz centenario, Kerouac!