La empresa es un organismo vivo que nace, crece,  evoluciona, cambia, late, siente, se emociona, se enfada, enferma, languidece, rebrota, ríe y llora. Y también lo son sus salas de reuniones. Si una buena gestión del capital humano es fundamental para el éxito de una empresa, potenciar las emociones en los lugares de encuentro, de debate y de intercambio de ideas; de reuniones en definitiva,  resulta también primordial. Por ello está tan en boga el concepto de “crear experiencias” pues trabajar sin emoción es como bailar sin música.  Los expertos en danza aseguran que todo fluye en cuanto el cuerpo se mueve; el baile nos ayuda a desinhibirnos, a dar lo mejor de nosotros mismos, a  olvidar la vergüenza y a expresar nuestras emociones. ¿Ha experimentado alguna vez entrar en una sala en la que la tecnología danza? Las pantallas, los micrófonos, las cámaras y los altavoces aparecen y desparecen en el interior del mobiliario como por arte de magia, mediante un movimiento armónico, silencioso e inspirador. Y los asistentes sonríen. Sí, sonríen. Y al sonreír son más felices, más creativos y más eficientes.  ¡Y más participativos! Piénselo bien: ¿Cuántas veces ha  sonreído durante una reunión? ¿Cuántas veces ríe la gente en su equipo o en su departamento?

 

Somos muchos los que nos preguntamos qué sucederá con las salas de reuniones en el futuro. ¿Desaparecerán las reuniones presenciales? ¿Serán substituidas por reuniones remotas? Los que ya llevamos unos cuantos años en el mercado nos hemos topado varias veces con esta disyuntiva. Con el auge de  las videoconferencias se predijo la desaparición de las reuniones presenciales y lo mismo ocurrió cuando surgió el e-mail. Sin embargo, los humanos nos movemos por emociones; la ciencia ha demostrado que el hombre, por encima de todo, es un ser emocional y no racional. No es la razón lo que nos diferencia de los animales sino la capacidad de sentir y de comprender esas emociones. Y las emociones se demuestran con mucho más que palabras.  El 93% de lo que trasmitimos a los demás se expresa a través de la comunicación no verbal, incluyendo el lenguaje corporal y el tono de la voz. Ello significa que lo que decimos como tal apenas representa un 7% de lo que queremos decir. Después están las sensaciones táctiles, las olfativas, la energía que cada uno de nosotros desprende y transmite; las sensaciones que no pueden viajar a través de la red.  Nuestra humilde opinión es que las reuniones virtuales y las presenciales se retroalimentarán, serán complementarias y no substitutivas, se nutrirán las unas de las otras y nos ayudarán a ser más eficientes y más productivos.  Convivirán y nos ayudarán a ser mejores. Probablemente debamos adoptar nuevos hábitos: mayor distancia entre los asistentes y deberemos cumplir una serie de protocolos de seguridad. Pero las reuniones presenciales y, en especial, las importantes en las que se deban tomar decisiones trascendentales seguirán ahí.  Pensemos en un concierto en streaming, es fantástico pero nunca podrá remplazar a la música en vivo. La música en vivo nos permite sentir la energía de los artistas, de los asistentes, y vibrar y emocionarnos con mucha mayor intensidad.

 

¡Bienvenido a una nueva e interesante era en la que seguro que prevalecerán las emociones!